La reforma de La vieja Iruña ha sido un sueño. Casi 400m2 de espacio para remodelar sin más condiciones que el propio sentido común. En, San Nicolás, la calle donde socializa y se divierte toda la ciudad de Pamplona y algún guiri avispado. Un nuevo bar y un nuevo restaurante. Dos usos con distintas necesidades y requerimientos pero con un fuerte espíritu emprendedor capaz de romper con la imagen tosca y anticuada del local anterior.
Recurrimos a revestimientos de moda, como la imitación del terrazo tradicional para el suelo o las cerámicas para pared de la casa WOW. Pero necesitábamos poner cara a nuestra “vieja Iruña” así que pedimos al dibujante Josu Maroto que le otorgara una personalidad y la estampara en la pared, a 2x2m. Ella preside y recibe al visitante.
A cada espacio, le dimos su luz propia; mientras que en el bar la barra blanca dispara e ilumina por doquier, el restaurante es íntimo y recogido. Mientras que en el bar la gente explaya, en el restaurante la gente recoge y disfruta de la gran cocina de sus jóvenes pero experimentados cocineros.
Al final hemos querido hacer un local que exprese el espíritu de su tiempo pero también releve y transmita la fuerza de ese casco antiguo que le identifica y define.