Enseguida tuvimos claro cuál era el reto: cómo devolver a un local que había sido radicalmente remodelado hace unos años, la bonita esencia modernista que tenía en origen. Buscamos en los archivos fotos de su estado original y tratamos de evocarlo.
Aplicamos al suelo incrustaciones de latón como antiguamente se hacía con el terrazo para encofrarlo. Encontramos unas cerámicas de la casa Mosaic del Sur, cuya forma de concha recordaba las curvas de los revestimientos originales de las paredes en madera. Reprodujimos en hierro pintado elementos que se perdieron con el paso de los años y que insistían en el carácter lúdico del sitio.
La propiedad quería que volviera a ser también algo del café de aquellos maravillosos años veinte, y esperamos haber contribuido a ello.